NO DUEÑOS, SINO LLAVES: CUSTODIAR EL TESORO Y ABRIRLO A TODOS
Comentario al Evangelio del 2025-10-16
Jueves de la Semana XXVIII del Tiempo Ordinario
Estas palabras de Jesús me bajan el orgullo: la Revelación no es mía, no es un título, ni una medalla. Es un regalo recibido para custodiar y compartir. Los fariseos se apropiaron de la “llave de la ciencia” y cerraron la puerta. A mí me toca revisar si soy llave o candado. El Evangelio es tesoro, sí, pero no para vitrinas. Pienso en un furoshiki: envuelve el regalo para llevarlo mejor, no para ocultarlo. La salvación que trae Jesús es para todos, sin excepción; por eso la Iglesia está llamada a la omotenashi, a una acogida generosa. Y nada de “mottainai”: no desperdiciemos la gracia guardándola para unos pocos. Dios repara como en el kintsugi, y nos convierte en puentes, kakehashi, para otros.
¿Y la oración? No es mirarme por dentro sin más: es diálogo con Dios, donde Él tiene la iniciativa. Yo escucho su Palabra y me dejo enviar.
Hoy te invito a hacer dos cosas: abre una puerta concreta (una llamada, un gesto, una explicación sencilla del Evangelio) y reza: “Señor, hazme llave que abre y no candado que impide”.